martes, 25 de junio de 2013

Capítulo 11: Un hallazgo deslumbrante

Hula

Después de haberme tomado un tiempo, para ser exactos nueve meses e estado pensando, y voy a cambiar un poco la historia. Se asemejará bastante al libro, pero quiero añadir cosas nuevas y suprimir otras. Espero que este cambio os guste, y no os lo toméis a mal. Aquí os dejo el primer capitulo, retomándolo, por supuesto desde donde lo dejé.



Un nuevo día despierta, y yo, por supuesto ya lo estaba esperando desde hace un par de horas, tras haber colocado cuatro trampas nuevas, que construí con cuerdas de rafia y ramas jóvenes y verdes, flexibles al moldearlas. 
Busco un buen sitio en el que esconderme mientras espero a que salte alguna de las trampas, y tras buscar mucho, encuentro algo que parece una verja, vieja y oxidada. Tiene una puertecita que apenas me llega por la altura de las caderas. 
Me lo pienso por un instante, pero enseguida borro la idea de entrar a investigar a que pertenece esa verja, puesto que ya es hora de que revise las trampas de nuevo. 
Desando el camino que hice asta llegar a aquel extraño sitio, y miro con detenimiento todas y cada una de las trampas que tenía colocadas. 
Consigo dos ardillas y una codorniz, algo bastante extraño, dado que hace bastante tiempo que no encuentro una de estas por estos sitios. Son más abundantes en el Distrito 3, donde pueden campar a sus anchas por los campos que lo dominan casi todo. 

Meto las presas en la mochila de cuero negro que yebo colgada a mi espalda y comienzo a andar dirección a la alambrada. Busco el agujero por el que antes entre, y espero unos segundos para comprobar que no está electrificada. En efectivo la corriente eléctrica del alambre que rodea todo nuestro Distrito está desactivada, y puedo volver a entrar sin ningún tipo de dificultad.

Camino con lentitud por el límite de las casas de la Veta, me dirijo hacia el Quemador, para vender una de las ardillas. Uno de los clientes que estaba en uno de los puestos, se interesó y me la compró por 10 monedas. Al salir me dirijo a la panadería, y le compro un mendrugo de pan al padre de Peeta por 3 monedas. 

-Buenos días señor Mellark 

-Creo que no tienen nada de buenos, joven Gale

-Créame cuando le digo que no es usted el único que a perdido a alguien a quien quería. Al menos durante un tiempo. Estoy seguro de que conseguirá volver a casa.

-Katniss si, pero mi hijo tiene las horas contadas. Es solo cuestión de horas que esos salvajes de los distritos uno y dos acaben por matarlo.

-No sea pesimista.

-Eso ya lo velemos. Adiós joven.

Me despido del panadero haciendo un leve gesto con la mano y una posterior mueca con la cara. Nunca lo había oído hablar de esta manera en el poco tiempo que lo conozco y sinceramente lo que me acaba de decir me a  desmotivado un poco. 

Salgo de la tienda, no sin antes meter el trozo de pan duro y quemado en la mochila de cuero. No tengo ganas de que nadie mire lo que compro o dejo de comprar. 
Me dirijo con paso firme y ágil hacia casa de Katniss, para dejarle a su madre y su hermana la ardilla.
Peto en la puerta, y la pequeña Prim me abre la vieja puerta de madera chirriante. 

-Prometo que un día de estes vendré con una notificación del Capitolio que nos diga que ella vuelve a casa coronada vencedora. - Le digo con cara entre triste y sonrriente para que la pobre no se sienta peor de lo que está por la perdida de su hermana. 

-Eso no puedes prometerlo- Dice emitiendo un tono de voz muy vajito y tenue.

-Al menos no perdamos la esperanza. ¿Donde está tu adre? 

-Salió hace como una media hora a atender un parto en uno de los pisos del centro.

-¿Como es que no as ido con ella? Normalmente no te lo perderías por nada.

-Gale, hace ya tiempo que nada es normal.

-Tienes razón. Toma, aquí os dejo la comida de hoy, es todo lo que e podido encontrar. Solo tienes que despellejarla y ponerla a cocer ¿vale?

-De acuerdo

-Ahora debo  irme a casa. Mañana sobre esta hora volveré

Salgo de la casa cerrando tras de mi la puerta, y observando la cara de tristeza que se le queda a Prim a través de la ventana de la cocina. Me dirijo a casa, y sopeso en mi mente, la idea de que por la tarde iré a investigar la misteriosa verja, antes de que comience el resumen de hoy de los juegos.