martes, 19 de junio de 2012

Capítulo 1 Un Nuevo Día



Me levanto con el sobresalto de una pesadilla, algo que se repite desde hace ya 6 años. Hoy es el día de la cosecha, pero para mi es peor, vivo en una familia de la Veta, y cada año me veo obligado a pedir teselas, para ayudar a la subsistencia de mi familia, ya que mi padre murió hace algunos años en un accidente en la mina en la que trabajaba.


Mientras me visto, noto que mi hermano pequeño, Vick,  también se despierta sobresaltado, y es que apesar de que él no tiene que pedir teselas, es su segundo año de cosecha y está muy alterado, piensa que su nombre saldrá y morirá en una arena dispuesta por el Capitolio. Le digo que su nombre solo estará en la urna dos veces , que yo tengo cuarenta y dos, y por lo tanto más posibilidades de que me toque a mí. El se relaja un poco y consigo que se vuelva a dormir.


Salgo de casa con mis grotescas botas negras que eredé de mi padre. Tras caminar por entre algunas de las casas mas deterioradas de la veta me dirijo a la balla que separa nuestro distrito del bosque. Se supone que debe estar electrificada, pero como somos uno de los distritos más pobres, ni se molestan en hacerlo.


Me dirijo al bosque atravesando la pradera, coloco algunas de mis trampas, para poder cazar alguna presa fácil y poder vendérsela al panadero, por uno de esos panecillos recién hechos. 


Cuando acabo de colocar todas las trampas, doy una vuelta y luego reviso mis trampas, me alegra ver que tres de ellas han surtido efecto. Cojo las presas, tres ardillas no muy grandes, y me dirijo a intercambiarlas. 


Al regresar escucho unos pasos muy ligeros, me doi cuenta de que es ella, parece flotar cuando camina, no tiene mucha mas práctica que yo en esto de la caza, pero ella lo lleva en la sangre.
Su padre murío en el mismo accidente en la mina en el que murió el mío.
La encontré un dia merodeando una de mis trampas y desde entonces nos hicimos inseparables. Me acerco silenciosamente por detras, y observo que está a punto de dispararle a un ciervo cuando le digo:
-¿Que vas ha hacer con un ciervo de 40 kilos?¿Vendérselo a los agentes de la paz?-le digo con una sonrrisa entre dientes, aunque ella parece muy concentrada, no es capaz más que de disparar a un arbol.
-Maldita sea Gale, era el primer ciervo que veía en meses, ahora que voy a llevar a casa?-Cojo una piedra del suelo mientras me acerco a ella, y le hago una señal para que coja una flecha, lanzo la piedra a unos matorrales, y de ahí salen media docena de pájaros, ella se centra y dispara a uno de ellos que cae al suelo. Nos miramos sonrriendo.


Entonces es cuando vemos uno de los aerodeslizadores del capitolio acercándose por encima de las copas de los árboles más altos, y volvemos a la realidad. Hoy es el día de la cosecha, y los dos tenemos grandes posibilidades de ser los desafortunados cuyo nombre esté en el papel que, en unas horas determinará quienes serán nuestros tributos este año.

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